martes, 24 de marzo de 2009

LOS ÚLTIMOS EN ENTERARSE

¿Por qué los del propio partido son siempre los últimos en enterarse de los casos de corrupción que les afectan?

Unas veces son los jueces, otras la prensa, en algún caso los informes de un interventor o del Tribunal de Cuentas. Estos son los caminos por los que se desvelan los casos de corrupción descubiertos en España. Nunca son los más próximos, los del propio partido, los que detectan, denuncian y apartan al corrupto.

Hay que descartar que sea una candidez generalizada de la clase política lo que, en tantas ocasiones, impide ver el origen delictivo de enriquecimientos sospechosos. No es creíble que un concejal no se dé cuenta de que el alcalde de su partido les está adjudicando las obras siempre a los mismos, que no le huela chamusquina un nivel de vida que no se corresponde con el sueldo, que un director general no vea que su colega de consejería da contratos de publicidad a la misma empresa que les organiza unas campañas electorales a precio de saldo. Se acepta, de mejor o peor grado, cualquier compadreo que sirva al interés partidista.

Cuando por una de esas “se descubre el pastel”, aparece el dilema: echar al corrupto haciendo profesiones (tardías) de honestidad, o intentar mantenerlo si se piensa que el desgaste es soportable, y el corrupto tiene las suficientes bazas para exigir que se le defienda. Los partidos políticos españoles son cómplices de la corrupción. No toman, ni de lejos, las medidas necesarias para impedirla, detectarla cuando se produce y erradicarla. Son los últimos en enterarse porque no hay peor ciego que el que no quiere ver.